La expedición
filantrópica
El
módulo contiene una maqueta a escala de la corbeta María Pita. Diversos
documentos y objetos (manuales de vacunación del doctor Balmis,
documentos oficiales de autorización del viaje, salvoconductos, el
botiquín del viaje, etc) ubicados en dos vitrinas laterales aportan
información sobre la expedición.
El rey Carlos IV ordenó la expedición para proteger a los súbditos de las
colonias
La expedición de la viruela gozó de gran reconocimiento y valoración en
la misma época de su realización. Edward Jenner (descubridor de la
vacuna contra la viruela) afirmó en 1806: "No me imagino que en los
anales de la historia haya un ejemplo de filantropía tan noble y tan
extenso como éste". Y Humboldt escribía en 1825: "Este viaje
permanecerá como el más memorable en los anales de la historia”.
Se considera que entre las expediciones científicas promovidas por los
reyes españoles, ésta fue la más noble y humana, pues vacunó a cientos
de miles de personas consiguiendo protegerlas contra la viruela. Hasta
esa época, la enfermedad mataba, desfiguraba o incapacitaba a una parte
muy importante de la población. Además, por orden real, la vacuna no
podría ser objeto de comercio ni beneficio particular alguno.
La financiación y equipamiento de una expedición resultaba muy costosa,
tanto por la cantidad de personas que movilizaba como por los intereses
económicos que creaban. Y uno de los gastos principales era el de los
barcos empleados. La corbeta María Pita fue la embarcación que se
utilizó para cruzar el Atlántico y para llevar la vacuna hasta Méjico;
pero, en total, se emplearon cinco barcos.
La expedición llevaba un botiquín con 2.000 pares de vidrios para
mantener el fluido vacuno, una máquina neumática, 4 barómetros, 4
termómetros y 6 libros en blanco para registrar los trabajos
realizados. También llevaban 500 ejemplares de la versión española del
“Tratado histórico y práctico de la vacuna” de Moreau de la Sarthe,
traducida por Balmis, para distribuir gratuitamente al personal médico
ultramarino.
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